Perfecto
21.09.2014
Curvas perfectas, sonrisa perfecta, pareja perfecta, culo perfecto, polvos perfectos, hijos perfectos. Nuestra obsesión por la perfección es reciente. Enfermiza y asfixiante pero reciente. Esta sociedad ha creado modelos de vida que no nos podemos permitir. Triunfadores, felices, solidarios, guapos…
La publicidad, el cine, la tele y las revistas han idealizado esos patrones. Estudios perfectos, trabajo perfecto. Inglés, hablado y escrito, perfecto. Coche perfecto. La perfección es sólo un espejismo. Una bomba de humo. Pinturas para maquillar una imagen de ti ante los demás. Amigos perfectos. Crawl, braza y mariposa perfectos. Ropa perfecta que te queda perfecta.
La búsqueda de la perfección tiene que ver con la inseguridad. Busca la aprobación de un tercero. La naturaleza es imperfecta. Por eso la perfección es tan artificial. Anfitriones perfectos. Sábados noche perfectos. Segunda residencia perfecta. Vida perfecta.
Elogio de la imperfección. Hacer algo por el mero placer de disfrutar haciéndolo. Sin competir, sin medirse, sin un fin. Tener vocación de amateur. No ser un especialista en nada. Tocar la batería, bailar claqué, hacer punto o dibujar razonablemente mal. Simplemente para pasarlo bien.
Somos una suma de arrugas, callos, narices prominentes y notas discordantes. Somos incompletos, descuidados e inexactos. No podemos tomarnos demasiado en serio porque, en la vida, todo es imperfecto.
Exceptuando, claro, a algunos perfectos capullos.
Publicado en el Diario Vasco el Domingo, 30 de Octubre de 2011.
Foto.- Fontana del Babbuino. Roma, 2013.