Pantallas
30.09.2013
Vuelve septiembre, el curso y la vida multitasking. El instituto, las extraescolares y las tareas ahora conviven con las pantallas. A nuestros hijos les cuesta concentrarse. Normal. Están saturados. Sobreestimulados. Pluriempleados. Nosotros nos distraíamos con el vuelo de una mosca. Ellos hacen los deberes mientras escuchan música por spotify, chatean con sus amigos por whatsapp, actualizan su Facebook y consultan la Wikipedia.
El móvil, la tablet y el portátil son multitarea. Nuestra capacidad de atención no y dividirla hace que merme. Es cierto que los adolescentes pueden estar horas sin pestañear ante la tele o la playstation pero no, no es que le presten más atención. Más bien, están hipnotizados.
Los programas juveniles tienen, de media, 7 cambios bruscos de escena por minuto. Los videojuegos han acelerado su ritmo para ser más adictivos. Generan cambios de imagen y efectos de sonido intermitentes. Ofrecen retos y gratificaciones constantes. Como resultado, nuestros hijos no logran mantener la atención si no reciben recompensas inmediatas y frecuentes.
Leer un libro, memorizar una lección, hasta mantener una conversación en la mesa se convierte en una misión imposible.
Dejas un iPad a un niño de 2 años y aprende a manejarlo en un minuto, para regocijo de sus padres que lo cuentan, una y otra vez, maravillados. Los mayores no podemos enfadarnos. Hemos introducido a los chavales en las pantallas pero no sabemos como limitar su uso. La situación se ha desbocado con la incorporación de Internet al móvil. Antes podíamos controlar las horas de ordenador y de tele. Ahora lo último que ve un adolescente antes de apagar la luz y lo primero al abrir un ojo es la pantalla de su móvil.
Nuestro sistema educativo intenta amoldarse al nuevo ritmo de los alumnos con pantallas en las aulas. Qué paradoja. Los hijos de los altos directivos de Apple o Google se forman con lápiz y papel, agujas de coser o arcilla.
Los colegios de élite de Silicon Valley prohíben los ordenadores y las pantallas en sus aulas y ven, con malos ojos, su uso en casa durante la adolescencia. Alegan que el ordenador impide el desarrollo del pensamiento crítico.
Publicado en El Diario Vasco el Domingo 29 de Septiembre de 2013.
Foto. Dedicación difuminada.- Furgoneta de reparto, Miami, 2013.
Totalmente de acuerdo.Estamos obrando mal con nuestros hij@s.Les damos toda clase de trastos electrónicos, sin enseñarles previamente a usarlos adecuadamente. Yo soy el primero en entonar el mea culpa
Y yo.
Reconozcámoslo, es muy cómodo para los padres tenerlos abducidos con los cacharros electrónicos.
Por otro lado, no sé hasta qué punto se les puede enseñar a usarlos. Yo, por ejemplo, hago abuso de ellos y el entorno de mis hijas ( amigos, tv, facebook, globalización ) es mucho más fuerte, atractivo y machacón que yo.
quizá lo que sí me veo capaz es de enseñarles el valor de una conversación, el de la artesanía, el de una comida en familia… e intentar crear ” oasis analógicos ” que nos deje descansar de tanta digitalización.