Octubre
02.10.2017
Cada año, octubre nos coge por sorpresa. Llega sin hacer ruido, de incógnito, con los últimos rayos de sol. El otoño nos roba tres minutos de luz cada día y, con ella, se nos escapa un poco de brillo, de energía. El ocaso se tiñe de rojo, oscurece antes y deja testimonio de que nada es para siempre. Octubre es el regazo al que volvemos después de la batalla. Un estado de ánimo que se debate entre la aceptación y la melancolía.
Hemos establecido un vínculo perverso entre juventud y belleza física. Repudiamos lo gastado, ocultamos las grietas, nos operamos la autoestima. La naturaleza es testaruda y nos recuerda, cada otoño, que envejecer es hermoso, que la belleza es imperfecta como la hoja oxidada de un liquidámbar.
Cosas de la química orgánica. Cae la luz, los árboles dejan de producir clorofila y el verde se desvanece. Poco antes de desnudarse, los bosques renacen en una explosión de color que hace envidiar a la primavera. Como última voluntad las hojas se tiñen de amarillo, ocre, naranja, bronce, morado, verdegris, oro viejo y terracota. Los hayedos se alfombran de rojo. La naturaleza huele a blanco. El amanecer a niebla húmeda, la tarde a leña quemada.
La decadencia tiene una belleza mate. Serena. Observar la naturaleza nos ayuda a comprender la vida. A aceptar que somos parte de un ciclo. Miro al cielo. Las palomas torcaces sobrevuelan mi cabeza en su viaje anual hacia las dehesas de encinas y alcornoques del sur.
Eso somos. Aves de paso.
Publicado en el Diario vasco el Domingo, 1 de octubre ( texto revisado )
Foto.- Autumn Leaves.- San Sebastián.- 2014.
Me gusta muchísimo, recoge a la perfección mi sentimiento en otoño y ante la naturaleza. Es tan sabía la vida y el vivir que cuando estás o empiezas a estar en el otoño de la vida, te identificas más y más con esa estación.
Enhorabuena Guillermo escribes como los ángeles, ese punto de lo literario en el que el lector piensa que el texto exactamente recoge su sentir, no lo consigue cualquiera.
Muchas gracias, Pilar, por tus palabras.