Medir
06.01.2014
Naces, te pesan, te miden. Así es el primer minuto. A partir de ahí comienza un afán enfermizo por medirlo todo. Tamaño, frecuencia, velocidad, peso, éxito, inteligencia, tiempo, eficacia, productividad. La obsesión por lo cuantitativo es un signo de nuestro tiempo. Nuestra vida es un catálogo de adverbios de cantidad.
Internet ha propagado la epidemia de las cifras. El fin de año es momento de hacer inventario y los medios son una colección de récords, rankings y tops. Todo se mide y se ordena. Las páginas de los diarios se llenan de infografías con datos y porcentajes. De estadísticas intrascendentes que cuantifican, con el mismo celo, los logros deportivos, los desempleados, las acciones solidarias, los días de lluvia, la ocupación hotelera, los ricos del mundo, los goles a favor y los penaltis en contra.
Medir es también medirse. Enfrentarse. Dijo Lord Kelvin que aquello que no se puede medir no se puede mejorar. Esta fascinación por medir y medirnos ha provocado que confundamos cantidad y calidad. El cuánto con el cómo.
Medimos los conocimientos con notas. La belleza en kilos. La salud en calorías. El éxito en euros. Los discos y libros en ventas. Las películas en premios. Las exposiciones en visitantes. La popularidad en seguidores del Twitter.
Por suerte, la vida no es una cuenta de resultados. Hago un repaso de las cosas a las que doy más importancia y descubro, con alivio, que ninguna se puede medir ni calcular.
Publicado en El Diario Vasco el Domingo 5 de Enero de 2014
Foto.- 0, 52 amarillo. San sebastián.
Hola Guille, a mí en cambio me gusta esta tendencia para medir. La falta de medición, la falta de interés por comprobar los datos que corroboran o refutan muchos principios, estereotipos e ideas preconcebidas, se enfrenta a un análisis más racional, más real, más global y contextualizado, lo que nos ayuda a ser menos egocéntricos y dogmáticos. Como bien dices, medir es medirse, porque no vale de nada medir todo en nuestro entorno y no medir lo que uno hace. Ya que lo que uno hace es precisamente lo que se puede cambiar, ya que en nuestras manos está hacerlo o no. Pero la frase de Lord Kelvin lo dice, lo relevante es… mejorar (y medir ayuda). Mejorar incluso en esas cosas a las que das importancia como podría ser… el amor de tus hijos. Y en las que a través de la reflexión sobre “indicadores” -KPI queda más profesional- que influyen en el mismo podrías llegar a la conclusión de que uno muy cuantificable puede tener una relación directa con el resultado: los minutos, horas o días que compartes y convives con ellos.
Creo que medir es un toque de humildad para muchos dogmáticos/as que piensan que el mundo se concibió a partir del “big bag” de sus pensamientos, ideas, creencias e intereses. Alguien vendrá con datos tras medir y te dirá que eso es mentira. Que el mundo va más allá de lo que piensas, crees o conoces. Y la discusión será menor porque alguien ha medido y los dogmáticos solamente han creído desde su perspectiva egocéntrica. Después la discusión se centrará en si la “vara de medir” era la correcta o no. Pero ya estamos en otra fase del asunto. Muy importante por supuesto, pero otro nivel de reflexión que da por lo menos… para otro post. Urte berri on Guille!
¡ Urte Berri On, Joseba !
Medir y medirse es necesario para un sinfín de actividades en nuestra vida.
Sin embargo, no me gusta, la tendencia a juzgar todo desde criterios cuantitativos.
Tampo la equiparación de cantidad con calidad.
Creo que cantidad y calidad son criterios válidos y complementarios pero no se puede sustituir uno por el otro.
Por ejemplo, juzgar el éxito en televisión, el presupuesto y la programación de un programa, exclusivamente por criterios de audiencia, entra en conflicto con tener una televisión de calidad, formativa en contenidos y valores.
Creo que en temas como la educación de los niños es importante la cantidad de presencia
pero es tan importante la calidad en la atención, cariño, comprensión o formación.
Como curiosidad, reproduzco la cita completa de Lord kelvin:
” Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide , no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.”
¡ Abrazo !
Excelente!En mi opinión, el núcleo del asunto está en tu frase…”La obsesión por lo cuantitativo es un signo de nuestro tiempo”.Comparto tu pensamiento.Sin embargo,me causa desasosiego algo que no se puede ¡¡pesar!!:los votos electorales.Ya lo dijo Schiller:”Los votos no deberían contarse, sino pesarse”. En fin, cést la vie !
abrazo,
No me hables de pesar que, después de estas fiestas, no me voy a acercar a una báscula en meses …
¡ Abrazo !