Media Hora
29.05.2016

 

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Pasamos el noventa por ciento de nuestra vida en interiores. Vivimos dos años haciendo cola y más de 300 días rellenando formularios. Malgastamos tres años esperando un informe. El autobús. Una llamada. Un sí o un no. El turno en la pescadería. Consumimos siete años consumiendo. Cuatro años al volante, tres meses en un atasco, 135 días parado en un semáforo.

Empleamos dos años en hablar por teléfono y un año y medio en enviar mensajes de whatsapp. Gastamos el diez por ciento de nuestra vida consultando las redes sociales y más de un tercio ante una pantalla. Vivimos seis años frente al ordenador, siete mirando nuestro smartphone y nueve años delante del televisor. Dos de ellos viendo anuncios.

No me explico cómo llegamos a este reparto de tiempos pero, a cambio, nos han quedado 15 minutos diarios para estar con nuestros hijos y sólo destinamos 73 días de nuestra vida a hacer el amor. Parece exagerado pero, quizá por ello, hoy he leído que , en toda la vida, sólo disfrutamos de 46 horas de felicidad.

Motivado por tanto dato he calculado que, si mi vida fuera un partido de fútbol, hoy estaría jugando el minuto 16 del segundo tiempo. En esta media hora restante – intentaré que no me expulsen – voy a dedicar el tiempo a romper mis estadísticas.

Levantarme de la silla en la que llevo sentado once años seguidos. Que me dé el aire. Recordar, cuando me cruce con alguien, qué sólo dedicamos 8 días a saludar. Hablar menos y escuchar unos cuantos meses más. No sumar una sola lágrima a los 50 días que derrochamos llorando. Dejar de mirar el móvil un año y dedicarlo a fijarme en ti. Reír hasta triplicar el año y 258 días que lo hacemos de media. Robar semanas de besos a los dos años que pierdo en reuniones de oficina. No gastar un minuto escuchando tertulias políticas ni de fútbol. Incrementar de manera escandalosa esos 73 días.

Estamos siete días completos de nuestra vida mirando la hora. A mí me ha llegado el momento de tirar el reloj.

 

 

Publicado en El Diario Vasco el Domingo, 29 de Mayo de 2016. Versión corregida y extendida.

Foto.- Made in Japan. Tokio, 2014.

 

 

 

4 comentarios:

  1. Javier dice:

    Ahora mismo, después de leer, me has dejado en esos minutos en estado de shock. Buenísimo Guille

  2. Nubio dice:

    Hola Guille,

    Estupenda reflexión, muy interesante. Recuerdo muy claramente que, cuando era pequeño, nuestra profe nos decía que no viésemos tanta tele, que era mucho peor que el “lobo”(soy de un pueblo de León y allí el lobo era símbolo del mayor mal posible). Hoy veo como ese lobo ha crecido y se ha multiplicado, en forma de móvil, pantallas, whataspps y toda clase de pierdetiempos.

    Un saludo

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