Llover
17.02.2013
Tenía que llover. Tenía que llover las calles, las azoteas y los prados. Tenía que llover y mojar sobre esa lluvia que ya llovió sobre mojado. Tenía que llover duro y sin sentido. Treinta y seis días a oscuras sin dar los buenos días. Llover mientras dormimos, mientras comemos, mientras amamos. Llover detrás de los cristales. Oler a polvo mojado por la lluvia en el camino. Tenía que llover a cántaros como el canto viejo del Guerrero que hoy está más presente y es más vivo.
Tenía que caer una lluvia limpia, transparente. Que borre las mentiras. Que barra las calles de fangos y miserias. Que lave tanta caspa, tanta mugre. Tenían que parir las nubes un millón de lágrimas. Tenía que mostrar un cielo de plomo su furia y su disgusto. Caer chuzos de punta. Con viento, con estruendo, con granizo. Iluminar, bajo los rayos, tanta infamia.
Necesitábamos una tormenta, un aguacero. Empaparnos de verdad. Limpiarnos de tanto pesimismo. Aclarar esta atmósfera asfixiante. Debíamos llover hasta agotarnos. Llover nuestra impotencia, nuestra rabia. Llover hasta colmar todos los vasos. Hasta perder el orgullo de ser gota.
Tenía que llover y, pese a todo, aún no ha llovido tanto. Quedan por llover sentencias, dimisiones, ceses y deshonras. Hacer rogativas, danzar a la lluvia. Que se desplomen las estatuas y los símbolos. Que caigan caras de vergüenza y torres más altas de las que han caído. Vaciar los desagües, las alcantarillas.
Tanto barro está pidiendo aún más agua.
Publicado en El Diario vasco el Domingo 17 de febrero de 2013, un día de sol después de 36 días consecutivos de lluvia .
Foto.- Nubes de Tormenta. Hossegor. France.
Canción de fondo: Pablo Guerrero – A cántaros, 1972.
http://www.youtube.com/watch?v=3F1Ppnj4LdQ
Hay mucha pasión, intención y temperatura en este texto. Es como una soldadura discontinua por arco eléctrico. Se pueden percibir las pulsiones en el teclado como una sucesión de chispazos en staccato.
En la imagen las nubes cerradas parecen condensar la misma agitación interior y carga de electricidad que se encierra en nuestras cabezas. Y quizá en esta columna, a la corriente de información ascendente se haya unido la carga negativa de tantas impresiones que -presa del recurrente bucle- han acabado colisionando en cascada con la carga positiva de base en nuestro pensamiento. Y del sólido teclado ascendió la llamarada para -partiendo de la mente y a través de brazos, manos y dedos- unir el rayo en ambas direcciones en un disparo de luz que nos sorprende y -por mor de la temperatura que el paso de este haz produce- desencadenar un estruendosa explosión sonora concentrada en el trueno del Guerrero que le acompaña.
Esos cumulonimbos en Hossegor semejan lóbulos de un cerebro gris-azul agitado interiormente y en constante ebullición a punto de parir una rama de luz. Sus zonas más oscuras y densas parecen cerrar filas para no dejar pasar más que el estrecho cauce de un fortuito relámpago.
‘Nubes de tormenta. Hossegor. France.’ Mi fotografía favorita del blog.
Hola Felipe,
el texto se publicó en guipúzcoa después de un mes y 4 días de lluvia ininterrumpida. Me pareció apropiado hacer un homenaje al ” A Cántaros ” de Guerrero. Asociar esos días de lluvia al fango político que vamos acumulando en nuestras calles desde haces unos años.
Finalmente no llovió ese día en Hossegor.
Abrazo.
Guille
Pero el rayo se produjo: ahí queda ‘Llover’ con toda su intensidad y fuerza sin violencia. Como la canción de Guerrero.
A lo mejor el rayo se dirigió de nube a nube y no impactó en tierra. Quizá por eso el trueno fue también amortiguado y no ensordecedor, como el rumor potente y lejano de esta música.
Un fuerte abrazo.
No conozco la canción. En mi humilde ignorancia sonaba “rabo de nube” de silvio todo el rato. Ojalá llovieran cuchillos, piedras y guadañas.
Si me dijeran pide un deseo…
La verdad es que Rabo de Nube le va que ni pintado. Gran canción y gran disco.
A cántaros es una canción de Pablo guerrero que se hizo popular en los 70 y,
metafóricamente, llama a un cambio en la sociedad de aquellos tiempos.
Tienes el link debajo del artículo.
Abrazo Txomin.
De acuerdo, metafóricamente hablando, tenía que llover.
Pero ya vale de tanto chaparrón inesperado, que nos deja calados hasta los huesos de pesimismo.
Ahora toca sacudirse y quitarse el exceso de humedad de encima.
¿Cómo se escurre el pensamiento tan empapado de mentiras, codicia y juegos sucios?
¿Cómo secará cada uno su conciencia?
¿Cómo quitar el moho que ha cubierto los valores morales y éticos?
¿Cómo rascar el verdín de los tramposos atajos que han quedado estancados en nuestra sociedad?…
Tiene que salir el Sol.
Con la fuerza necesaria para secar e iluminar todo de nuevo. Para despejar el futuro. Para alumbrar nuevos caminos entre tanta confusa obscuridad y desánimo crónico.
¿Sabe alguien cuándo brillará de nuevo?
¿Alguien puede señalar el este para ir hacia allí y verlo salir antes?
Sé que este astro devora la piel de quienes lo adoramos. Y que siembra pobreza allí donde domina ocupando todo el cielo y la tierra.
Quizás por eso es un antiguo dios hoy desacreditado.
Pero yo lo veo tan grande y energético. Tan alegre y cálido.
Tan vital… que merece otra columna de domingo. ¿O no?
Gracias “solete” 😉
Claro que la merece, Susana.
Este texto pretendía acabar con un ” al final siempre sale el sol” pero, sobre la marcha,
pensé que era mejor reservar todo el espacio para la tormenta.No soy mucho de quejas pero me sentía en el deber de contribuir a denunciar.
El sol es mi guía, mi fuente de energía y el que dicta mi humor y mi estado. Creo que esto se hace palpable con la edad.
Tienes razón, voy pensando algo…
¡ Un beso !
Tenía que llover , si.. Y de alguna manera lo va a hacer, no lo dudo…
ojalá, mikel. ojalá.