Escuchar
27.10.2012
Llegaba tarde a la reunión y el ascensor no funcionaba. Subí las escaleras de dos en dos, recordando cuando aún podía hacerlo de tres en tres. En el segundo rellano me topé con una anciana a la que se le había caído el bolso y una muleta. Me agaché y recogí una cajita de pastillas Balda y una funda vieja con gafas de hombre. Ella sonrió agradecida. La cogí del brazo y le dije, “ no se preocupe. Yo la ayudo a subir “. No sabía lo que decía. Aquella mujer consumida no pesaba mucho más de 40 kilos pero casi no podía arrastrarla. Cada escalón parecía una montaña. Comenzó a quejarse mientras, con el brazo, intentaba zafarse de mí.
“ No tenga miedo señora, quizá he sido un poco brusco“. Me coloqué detrás y probé a auparla, escalón a escalón, mientras repasaba la reunión que me esperaba arriba. La cosa no mejoró. La anciana no se sostenía sobre sus rodillas y lloriqueaba improperios.
“ No se ponga nerviosa, tengo una idea “. Me aseguré de que no venía nadie, deposité la muleta en el suelo, la cogí en brazos y, superando la vergüenza, la subí a pulso. Ella no paraba de gritar,
” ¡Bájeme !, ¡ Quiero bajar !” Aceleré el ritmo y llegué al final de la escalera, la dejé junto a la barandilla y bajé corriendo a por la muleta mientras ella seguía gritándome.
“ ¿ Lo ve ?, ha costado pero, al final,ha subido”, dije, contento por mi buena obra, mientras le entregaba la muleta.
Ella la arrancó de mis manos y dijo malhumorada, “Si quiere ayudar comience por escuchar. Yo, lo que quería era bajar.”
Publicado en El Diario Vasco el 10 de Abril de 2010.
Foto. Calle Easo, San Sebastián.
la foto se sale guille!! la describo en dos palabras: impre sionante.
No se aprecia muy bien pero la señora lleva unas Reebok.
Gracias por la lección con humor.
Porque, me reconozco en el ejecutivo apresurado.
Soy una “máquina” -así me llaman- acelerada que debería pararse más a escuchar.
¡Tomo nota!
Abrazos
Sí, yo también soy de esos.
Y, además de acelerado, tengo la dichosa manía de ayudar sin preguntar al otro si quiere ser ayudado.