Cenicienta
30.05.2022

 

Es imposible bailar calzando unos zapatos de cristal.  Un equipo de físicos de la Universidad de Leicester ha demostrado que, por muy grácil que fuera la figura de Cenicienta, su peso habría hecho añicos los célebres zapatitos. Parece un exceso de celo juzgar, con mirada científica, un cuento en el que los ratones se transforman en caballos y una calabaza en majestuosa carroza, pero es preciso aclarar que ésta es sólo una interpretación del célebre relato.

Ha habido Cenicientas desde siempre y en todos los lugares, desde el antiguo Egipto hasta China o India. Y en las más de 400 variaciones que se conocen del relato los zapatos nunca fueron de cristal. La pobre niña marginada llevó previamente calzados de piel, seda, oro, plata o pedrería hasta 1697, en que Perrault publicó Cendrillon ou la Petite Pantoufle de verre. Tres siglos después, en 1950, Walt Disney eligió el libro de Perrault como base de su película de animación y popularizó esta versión en todo el mundo.

Es difícil imaginar que unos zapatos sean de cristal, incluso para el ingenio desbordante de Perrault. O, al menos, eso afirma una vieja leyenda. El  relato de la huérfana se transmitió a lo largo de los siglos, de generación en generación, por tradición oral y parece que llegó así a oídos del escritor. Argumenta Honoré de Balzac, en La Comédie humaine, que Perrault entendió verre donde era vair, dos palabras que, en francés, se pronuncian exactamente igual. De esta forma, un zapato de vair, una piel de ardilla de gran calidad, pasó por error a ser de verre, cristal.

Mito o verdad, esta anécdota sobre la Cenicienta de Perrault  demuestra el poder creativo de los errores.  Un disparate, fruto de un fallo de transcripción, puede abrirnos la puerta de un camino tan mágico como inesperado. Un zapato de cristal – incómodo, ruidoso, frágil y hasta peligroso – es mucho más atractivo para el lector que el cuero más lujoso.

Unos zapatos de cristal plantean muchas preguntas pero, en un relato fantástico, es intrascendente entender cómo consiguió bailar con ellos o como pudo correr para escapar antes de que se desvaneciera la magia y el príncipe descubriera la verdad. Aún así, no me resisto a plantear una última duda. El hada madrina dotó a Cenicienta de unos complementos fantásticos con los que acudir al baile pero le advirtió que el hechizo duraría hasta que sonaran las campanadas de medianoche. A las doce en punto la carroza, los caballos, el cochero, los lacayos, y las vestiduras de Cenicienta se esfumaron y todo volvió a su forma original.

¿ Por qué el zapato perdido en palacio no cambió su aspecto y permaneció de cristal?

 

Publicado en El diario Vasco el Domingo, 28 de Mayo de 2022. (Modificado para blog) )

Foto.- La huérfana. Manhatan, NYC.- 2011

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