Cargadores
30.05.2013

En el Museo

Vivimos enredados entre una maraña de cargadores. Pasamos el día tropezando con cables, cotejando clavijas y buscando enchufes que nos devuelvan una raya de vida . El móvil, la tablet, la cámara de fotos, la de vídeo, el portátil, la Nintendo, el mp3, el libro electrónico y el GPS. Hasta hay cargadores pensados para cargar las baterías recargables.

Un buen test de dependencia es contar cuántos cargadores metes en la maleta cuando te vas de vacaciones. Es un disgusto si nos olvidamos alguno. Y al llegar a destino, mientras intentamos desconectar, nos pasamos  el día buscando enchufes en la cafetería, la piscina o el aeropuerto. Es curioso. La vida portátil promete más libertad pero nos mantiene atados a la pared por un cordón umbilical de plástico e hilo de cobre.

Es la era de las pantallas. De la multitarea. Del déficit de atención. Nos hemos acostumbrado a presenciar, hipnotizados, la vida a través de un cristal en el que ocurren cosas. Pantallas para jugar, para informarnos, para leer, para buscar una dirección, para hacer amigos o presumir en las redes sociales. Para declarar nuestro amor y también para pedir perdón. Nunca habíamos necesitado estar tan conectados. Nunca nos habíamos sentido tan ausentes de lo cotidiano.

Cargadores. Todos guardamos, por si acaso, alguno que ya no recordamos qué cargaba. Todos tenemos una caja en el que yacen, enterrados, los desahuciados. Cargadores, aún nuevos y  ya incompatibles. Restos del naufragio de este estilo de vida de usar , cargar y tirar.

Publicado en El Diario Vasco el Domingo 10 de Febrero de 2013.

Foto.- En el Museo. Berlín, 2012.

11 comentarios:

  1. susana dice:

    Pues gracias de nuevo, Guille.
    Tendré en cuenta estos 10 mandamientos del móvil y la buena educación, porque seguro que, aunque no lo quiera, caigo en una de esas odiosas constumbres de cuando en vez. Intentaré evitarlo a toda costa, lo prometo.
    ¡Malditos trastos tiranos! 😉

  2. susana dice:

    Gracias Guille, como sin duda sospechaste, me ha gustado mucho ese texto de Internet que has añadido.
    Con tu permiso, creo que lo adjuntaré al nuevo iPhone que nos está pidiendo ya Sara para las próximas Navidades (jeje, la listilla nos ha preguntado “con toda su inocencia” a ver si se pueden “cobrarse” los regalos por adelantado).
    Aunque sólo sea para que piense que hay por ahí otra madre tan pesada como la suya. La mía sigue siéndolo conmigo, y ya tiene 71 años, así que esto es -ya se lo dije- como una cadena perpetua, jajaja.
    Yo, mientras, seguiré apagando mi móvil siempre que esté con una compañía querida o agradable, o cuando otra ocupación requiera toda mi atención. Porque no pasa nada, siempre se puede devolver después la llamada o mensaje 😉
    Por supuesto, esto es sólo una opinión personal.
    Muxus.

    • guille dice:

      Totalmente de acuero.
      A raíz de lo que dices, adjunto otro texto encontrado por la red. Es más flojo pero merece la pena leerse los encabezados de los 10 puntos.

      10 costumbres odiosas cuando usamos el teléfono móvil.

      Hacemos un repaso por 10 costumbres odiosas cuando usamos el teléfono, 10 costumbres que tal vez debamos evitar para ser mejores ciudadanos, amigos y personas en general.
      Desde que la telefonía móvil invadió nuestras vidas, muchas han sido las costumbres del día a día que han sido alteradas, eliminadas o creadas con la invasión. Al principio los celulares solamente servían para llamar y enviar mensajes, más tarde para mandar fotos y algún vídeo y finalmente se han convertido en lo que hoy en día conocemos como smartphones. Prácticamente pequeños ordenadores, con multitud de funciones y aplicaciones que nos han hecho en cierta medida dependientes y en muchas ocasiones nos llevan a costumbres odiosas cuando usamos el teléfono móvil.
      Todo ello ha traído consigo, sin lugar a dudas, una lista infinita e interminable de cosas buenas para el ser humano y la sociedad, pero también otra tal vez no tan amplia, pero que cubre el polo opuesto. No vamos a entrar en asuntos demasiado serios y severos, sin embargo, sí vamos a hacer en tono de humor un repaso por 10 costumbres odiosas cuando usamos el teléfono. Tal vez a todo el mundo no les resulten tales, y no tienen por qué serlo, pero sí a un gran número. Si tienes alguna que aportar, no dudes en dejarla en los comentarios… Y no olvides el humor y la risa.
      1. Las conversaciones a gritos en espacios públicos

      ¿A quién no le ha puesto de los nervios algo así? Estás en el autobús camino de algún sitio, viajando en tren, en una sala de espera… y de repente alguien recibe una llamada —o la efectúa él mismo— y se pasa minutos y minutos hablando por el teléfono dando gritos. Se puede hablar por celular hablando, con un tono de voz bajo o normal, que por mucho que la otra persona se encuentre a kilómetros de distancia, nos va a escuchar igual…

      2. Fijar la vista en el smartphone

      Qué rabia nos puede llegar a dar esto. Si antes le hablabas a alguien y se podía distraer con cualquier cosa, ahora casi seguro que lo hará con el smartphone. Mirará notificaciones, tuiteará, posteará una foto en Facebook, contestará un WhatsApp, pero no nos atenderá a nosotros. Si nuestro discurso no es demasiado bueno o aburre siempre puede parar, pero tal vez olvidarse de nosotros fijando la vista en la pantalla del móviles sea una falta de respeto y una de estas costumbres odiosas cuando usamos el teléfono móvil.
      3. Dejar activadas las notificaciones en lugares o situaciones inadecuadas.

      En una cita, en un momento íntimo, en una reunión, cenando en un restaurante tranquilo… son tantas las situaciones en las que una notificación, o una llamada, pueden arruinar la situación o cortar el rollo del asunto, que más vale silenciarlas. Y hablábamos de situaciones por lo general íntimas, pero en lugares públicos, esto puede tornarse una molestia más y molestar a los que nos rodean… ¿O no pueden desquiciar decenas de notificaciones por minuto, de mensajería instantánea por ejemplo, en un tranquilo vagón de tren?

      4. Ser un compulsivo de las fotos a amigos

      Esta costumbre no es propia únicamente de la gente con teléfono móvil inteligente, ya que con una cámara cualquiera puede ocurrir lo mismo, pero como los celulares siempre o casi siempre los llevamos encima, es más notoria. ¿No tienes un amigo que a cada minuto te pide posar para una foto? O no te lo pide, te las hace directamente… Ejercer de paparazzis con amigos no demasiado amigos, valga la redundancia, de la fotos, puede no ser una buena idea para la salud de la amistad…
      5. La exigencia de la respuesta inmediata.

      Parece que los teléfonos móviles, los celulares, nos han acostumbrado a las respuestas inmediatas; más si cabe con conexiones a Internet móvil. Pero no, las respuestas no deben tener que ser inmediatas siempre, aunque se sepa que el otro interlocutor en una conversación de mensajería instantánea móvil, por ejemplo, lleva siempre el teléfono móvil encima, no siempre estará en una situación que le permita responder al momento o, sencillamente no lo querrá hacer. Exigir eso y enfadarse por ello, sin motivo, no es lo más recomendable; es otra de esas costumbres odiosas cuando usamos el teléfono móvil.

      6. Mirar el teléfono móvil en el cine.

      Sí sí, estás mirando tranquilamente una película, pero tienes justamente al lado a un tipo que no para de mirar su smartphone. Tal vez ha tenido la deferencia de ponerlo en silencio, pero parece que no se da cuenta de una cosa: esa luz que alumbra su cara y a todo lo que hay alrededor cual el sol en un día de verano, no es lo más deseable en un cine. En el cine, el teléfono mejor apagado.

      7. Poner música por los altavoces en espacios públicos.

      Si justo no tiene cascos y no molesta demasiado, puede perfectamente poner música a un volumen razonable por los altavoces de su smartphone, pero que lo haga a un volumen desproporcionado, generalmente al máximo, y en espacios cerrados públicos como puede ser un autobús o un vagón de metro, tal vez no guste demasiado a aquellos que le rodean. Convivencia en todos los sentidos, y si pone música, que al menos sea buena… que no haga una más de esas costumbres odiosas cuando usamos el teléfono móvil.

      8. Distraerse por la calle.

      Esto seguro que nos ha pasado a la mayoría, nosotros, grandes usuarios de smartphones. Vas por la calle, recibes una notificación y echas una mirada al teléfono. De ahí miras otra cosa, tuiteas, miras Facebook, vuelves a Twitter a ver lo que dice la gente, subes a Instagram la imagen que antes te habías dejado a medias y, sin darte cuenta, has caminado decenas o centenares de metros sin mirar adelante. ¿Imaginas cuántos peatones te habrán esquivado? Haz la prueba al contrario, verás a cuantos tienes que esquivar porque si no te los comes casi literalmente.
      9. Hacer fotos de todo.

      Sí, hacer fotos de todo. Esta costumbre podría ser una variante de la de hacer fotos compulsivamente a amigos, pero por extenderlo a cualquier cosa, la separamos. Y es que hablamos de hacer fotos a todo y a todos, fotos de cualquier cosa, en cualquier momento. Y es que ni lo más aficionados a la fotografía lo hacen, la documentación compulsiva de la vida de uno está bien; cuando esa documentación pasa a documentar la de gente que no quiere ser documentada, el odio o los gruñidos pueden empezar a escucharse…

      10. Utilizar el celular mientras se trabaja de cara al público.

      No suele ser demasiado común, pero ocurre. Si a veces un dependiente, un camarero o un cajero no te han prestado atención por estar a otras cosas, puede que llegue un día que no te presten atención a ti porque están prestando atención a su smartphone. Esto ha pasado, te lo aseguramos. Tal vez sea importante eso que está viendo en el teléfono, pero tal vez lo es igual el cliente y la imagen que se lleve de ti y del comercio. Otra posible candidata a costumbres odiosas cuando usamos el teléfono…

  3. susana dice:

    Dejadme que os cuente una anécdota:
    En el cole de mi hija, si les pillan chateando en clase les quitan el móvil y se lo confiscan durante una semana. A la siguiente, dos semanas. La tercera vez, un mes. Y, normalmente, no suele haber cuarta vez, pobres 😉
    Ya son tres las chavalas que han dicho que estuvieron muy a gusto esa semana sin móvil. Porque -dicen- estaban menos estresadas.
    Además, durante ese tiempo “desconectadas del mundo” hicieron cosas diferentes y nuevas como ir al cine, tener que citarse con amigas de otros colegios para charlar, dejar a un lado las maratonianas sesiones con los nuevos photoshops para estar siempre divinas… la mía incluso hasta aprendió a cocinar un poco, y empezó a hablar mucho más con nosotros cuando estaba en casa, y hasta empezó a compartir “intimidades”, ¡socorro!.
    Luego, el colegio exige que sea el padre, madre o tutor, el que vaya a recoger el móvil de su hijo/a al cumplir la condena. Pobres, como si fueran aún niños pequeños… qué humillación tan innecesaria.
    No estoy muy de acuerdo con cómo lo hacen, por lo que tiene de imposición, aunque alabo los resultados.
    Así que voto por algo parecido para nosotros, los llamados adultos, en bares, restaurantes, cines, museos, librerías, coches en marcha, gimnasios, casas de amigos… y, por supuesto, en la casa propia, fuera del horario laboral.
    No es que sea una retrógrada o tenga alergia a las máquinas, o a lo mejor sí (no lo creo porque utilizo móvil desde el 93 y guasapeo como una posesa).
    Es que, como decía la canción, a veces “I´m tired using technology”.

    Por cierto Mireia, la que mira por la ventana, debe ser una de las castigadas del colegio de mi hija 😉
    O podría haber sido yo misma, que lo apagué un rato para admirar el bonito paisaje urbano en aquel día soleado.
    Muxus a todos, y gracias por charlar, es lo bueno de la tecnología 😉

    • guille dice:

      Hola Susana, hablando de móviles y adolescentes te envío un texto que se movió por Internet a principios de año.
      Éste es el contrato que le hizo firmar Janelle Hoffman a Greg Hoffman cuando le regaló a su hijo adolescente un iPhone las pasadas navidades.
      “ Si aceptas el regalo también apruebas algunas normas y regulaciones. Por favor, lee el siguiente contrato. Espero que entiendas que mi trabajo es convertirte en un hombre equilibrado y que puede convivir con la tecnología”.
      Aquí están las 18 condiciones que le han impuesto al joven Greg:
      1. Es mi teléfono [de la madre]. Yo lo he comprado. He pagado por él. Yo te lo cedo. ¿No soy la mejor?

      2. Siempre sabré la contraseña.

      3. Si suena, responde. Es un teléfono. Di hola, sé educado. Nunca ignores la llamada si es de tu padre o de tu madre. Nunca la ignores.

      4. Danos el teléfono a las 19,30h si al día siguiente tienes clases, y a las 21.00h el fin de semana. Se apagará durante la noche y se volverá a encender a las 07.30h. Respeta los horarios de las otras familias, como a nosotros nos gusta que también se respete.

      5. El teléfono no irá contigo al colegio. Conversa con la gente con la que luego te mandas mensajes. Es una habilidad social.

      6. Si se te cae a la bañera, al suelo o se rompe, tú eres el responsable de pagar la reparación. Debes tener ese gasto previsto.

      7. No uses la tecnología para mentir o vacilar a nadie. No participes en conversaciones que pueden herir a otros. Sé un buen amigo o al menos aléjate de esas situaciones.

      8. No envíes mensajes, correos o contactes con gente con la que no lo harías en persona.

      9. No converses por el teléfono móvil con las personas a las que no traerías a casa.

      10. Nada de porno. Busca en internet información y compártelo conmigo. Si tienes cualquier duda pregunta a alguien. Preferiblemente a tu padre o a mí.

      11. Apágalo o ponlo en silencio cuando estés en público. Sobre todo en los restaurantes, cines o cuándo estés hablando con una persona. No eres maleducado, no dejes que un iPhone cambie eso.

      12. No envíes o recibas imágenes de las partes íntimas de nadie. No te rías. Algún día estarás tentado aunque seas muy inteligente. Es peligroso y pude arruinar tu adolescencia. Es una mala idea. El ciberespacio es más grande y poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo desaparezca, incluida la mala reputación.

      13. No hagas fotos y vídeo de todo. No hay necesidad de documentar tu vida entera. Vive tus experiencias. Se almacenarán en tu memoria para siempre.

      14. De vez en cuando el teléfono en casa y siéntete seguro con la decisión. No es una extensión de cuerpo. Aprende a vivir sin ello.

      15. Descarga música nueva o vieja o diferente de la que escuchan millones de personas al mismo tiempo. Tu generación tiene acceso a más canciones que nunca nadie ha tenido opción antes. Disfruta la ventaja. Expande tus horizontes.

      16. Los juegos de palabras, puzles o los de entrenamiento mental son los mejores.

      17. Mantén los ojos abiertos. Mira el mundo que pasa a tu alrededor. Mira por las ventanas. Escucha a los pájaros. Da paseos. Habla con desconocidos. Pregúntate sin usar Google.

      18. Si pierdes el rumbo te quitaré el teléfono. Nos sentaremos a hablar sobre ello y empezaremos de nuevo. Tú y yo estamos siempre aprendiendo. Estoy en tu equipo y estamos juntos en esto.

  4. Mireia dice:

    La chica de la foto que mira por la ventana….
    se ha quedado sin bateria, no?

  5. susana dice:

    Cargadores de relaciones, eso es lo que son estos dispositivos.
    Un chiste guachapeado, una foto, un vídeo, están bien para hacer reír un ratito en el trabajo.
    Pero necesitamos más contactos cara a cara, más encuentros privados e íntimos.
    Necesitamos conversaciones personales e intransferibles.
    Y comunicarnos más, con los cinco sentidos.
    Mirando al otro/a, explorando sus dos metros cuadrados de piel, escuchándole atentamente, sintiendo su olor y degustando despacio cada sonrisa, cada guiño, cada gesto de cariño…
    Así, dulce, tierno, sencillo, con humor, camaradería, amabilidad, placer, pasión, y, sobre todo, naturalidad.
    Simplemente, un intercambio de emociones sin cables, no virtuales, sino reales.
    Eso es, al menos, lo que a mí me gusta infinitamente más.
    Tender XXX 🙂

    • guille dice:

      Claro que sí, Susana.
      Lás tima que la juventud se encargue cada día de echar por tierra las viejas teorías.
      Entra en una cafetería de jóvenes y observa. hay mesas con cuatro chavales y cada uno está chateando, aislado del mundo, con otros.
      La foto que ilustra el artículo es un buen ejemplo.

  6. Joseba dice:

    Guille, creo que ha habido algún intento de estandarizar un solo modelo para todos los teléfonos y para diversos aparatos. Pero siempre gana el interés económico del cliente cautivo. Una lástima.

    • guille dice:

      Así es Joseba.
      Siempre he creído que las empresas deben ganar dinero basándose en sus méritos.
      No me acabo de acostumbrar a que lo hagan a base de urdir trampas com ésta o la obsolescencia programada.

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