Calimero

15.01.2017

 

Somos la suma de pequeños momentos de gozo y frustración que, entrelazados, tejen nuestros días. La vida consiste, básicamente, en cómo te tomas cada uno de esos instantes. En valorar unos y sobrellevar los otros. En disfrutar de lo conseguido con esfuerzo y agradecer lo que te ha regalado la fortuna. En aprender a ganar con humildad y perder con dignidad.

Tengo suerte. He nacido en un punto privilegiado del mapa y no hay una pizca de autocomplacencia en admitirlo. Y sí, es un lugar muy caro, carísimo, pero lo mejor que me ofrece es gratis. Vivo en una ciudad verde de parques frondosos, playas urbanas y temperaturas suaves. Estoy a un paso de Francia. Tengo sanidad, educación y limpieza pública. Puedo ir andando a cualquier sitio sin sentirme amenazado.

Somos aquello que pensamos durante la mayoría del tiempo y la insatisfacción se ha convertido, en los últimos tiempos, en una enfermedad crónica. La vida frustra y no saber superar esa frustración te convierte en un Calimero. Un quejica con intolerancia patológica a todo lo que ocurre. Criticar, subestimar a los demás es sólo un intento infantil de esconder tus carencias personales.

Este año he vuelto a comprar una agenda pero no voy a escribir mis propósitos, metas, ni deseos pendientes. Cada noche haré memoria y apuntaré las cosas positivas, por muy pequeñas que sean, que me han ocurrido. Quiero tenerlas a mano en los momentos grises.

Somos la suma de muchos pequeños momentos. Poner el acento en las alegrías o en los desengaños es decisión de cada uno.

 

 

Publicado en El Diario Vasco el Domingo, 15 de Enero de 2016.

Foto.- Un beso entre tanto ruido. Barcelona, 2014.