Tinta
16.12.2019

 

Escamas negras

Recuerdo la primera vez que fui consciente del ciclo de la vida. Mi madre estaba limpiando un calamar y extrajo de su estómago una sardina minúscula, aún sin digerir.  Cuentan que los pescadores de Malvinas y la costa noroeste de África introducen peces dentro de los calamares, antes de congelarlos, para subirlos de peso. Pero aquel begihaundi lo había pescado un vecino, pescador jubilado, en la bahía de Txingudi, y estaba tan fresco que su piel aún cambiaba de color.

Hace años que no como chipirones en su tinta. Me saben a recuerdos. No renuncié a ellos por respeto o veneración. Tampoco por miedo a toparme con unos más sabrosos. Sólo intento no tachar con tinta fresca el recuerdo de un sabor que aún me une a mi madre.

Ella hacía una salsa espesa y muy negra, con algo más de tomate que la receta tradicional y un chorrito de cognac. Sabía a cebolleta pochada, a María Dolores Pradera y a señales horarias. Pip, pip, pip, pip,  Piiiiiiiiip. Un último pitido, más largo, fija la hora. Son las doce en punto y tengo 10 años. Suena Schubert, canta María Callas. Es la hora del Ángelus. Hasta la muerte del dictador todas las emisoras debían emitir esta oración antes del boletín del mediodía. El agua del arroz borbotea y la tapa de la cazuela acompaña las notas del Ave María con una improvisada percusión.” El ángel del Señor anunció a María…” y te apresuras a sacar la olla del fuego.

Este verano, en Lanzarote, estaba limpiando un calamar sahariano cuando encontré, en su interior, un lenguado diminuto. Llamé a mis hijas para mostrárselo. Después preparé el calamar mientras pensaba en el ciclo de la vida.

Lo hice a la plancha.

 

 

 

Publicado en El Diario Vasco el domingo, 15 de diciembre de 2019.

Foto.- Escamas Negras. Sidney.- 2014.

2 comentarios:

  1. iñaki dice:

    ¡hola guille!
    También a mí los chipirones me resultan evocadores,ya que mi tío Joaquín,viejo pescador de bajura,se dedicaba a fabricar aguarines en casa.Era fascinante verle,primero,fundiendo el plomo que luego todavía líquido pasaba a unos moldes.Después pulir y,finalmente,cubrirlo con hilos de diferentes colores.Artesanía pura,para la que se necesitaba paciencia benedictina.Eran muchos los que pasaban por su casa para comprárselos.Hasta vino un marqués a comprar.Para nosotros era increíble,jaja.
    abrazote,

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