Pequeño
22.05.2016

 

Casita incrustada

No sé desde cuando la felicidad se mide en metros. No sé cuándo comenzamos a calcular nuestra alegría en base a la altura, superficie, eslora o volumen de nuestros sueños.

Claro que el tamaño importa. Lo grande nos fascina, emociona, impresiona, aturde. Grandes éxitos, grandes estrellas, grandes deportistas, fortunas, contratos, records, audiencias, ciudades, rascacielos, centros comerciales, yates, hoteles.

En tiempos mayúsculos, desmesurados, imponentes, colosales, enormes, sobresalientes, globales, épicos, grandiosos, excesivos, inabarcables y desproporcionados ésta es una invitación a detenerse en lo pequeño. A fijar la atención en lo mínimo y lo nimio. A asombrarme con los detalles y disfrutar de lo insignificante.

Las carreteras secundarias. La cocina a fuego lento. Los objetos hechos a mano. Los libros en pequeñas tiradas. Las grabaciones artesanas. Los cortometrajes y los relatos breves. La belleza natural. Las aventuras cotidianas. Los tesoros que caben en el bolsillo. Los héroes de andar por casa. Los comercios pintados el domingo por sus dueños. Los conciertos de bar. Los emprendedores de barrio. Lo pequeño porque está hecho a escala de nuestra vida.

Se trata de reunir muchos granos de arena. Pequeñas propuestas de mejora, pequeñas resistencias al abuso de los grandes. Palabras sencillas. Negocios modestos. Presupuestos humildes. Pequeños iniciativas que construyan, en suma, un futuro posible, a la medida de las personas.

 

 

Publicado en El Diario Vasco el Domingo, 8 de Mayo de 2016. ( Versión coregida )

Foto.- Casita incrustada en rascacielos. Manhattan, NY.- 2013.

2 comentarios:

  1. Iñaki dice:

    Totalmente de acuerdo.abrazote.

Responder a Iñaki:

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