Lo inesperado
26.11.2018

La espera

En la sala de espera centellea un televisor silenciado. Sobre una mesa auxiliar se amontona una colección de revistas descuadernadas. No hay interés por llenar el momento. No se oye conversación en la fila que se forma en la caja ni existe roce  entre los pacientes que aguardan su turno en la consulta. No parece coincidencia que paciente contenga esos dos significados.

La espera es un rellano, el lapso que malvive entre lo anterior y lo que está por venir. Tierra de nadie, tiempo que matar sin pena. Si es cierto que el tiempo es oro, los momentos de espera son las pepitas que se nos caen durante el viaje. Espero una llamada. Espero a que el semáforo de peatones se ponga rojo y, entonces, espero ansioso los cuarenta segundos que tarda en cambiarse a verde el de vehículos. Espero a que se cargue una página en mi smartphone mientras espero a que llegue el tren. Espero, desesperado, a que confirmen el diagnóstico. Espero que el sueño venza a mis temores. Espero a que llegue alguien  y pregunte quién es el último para dejar de ser el último.

La paciencia se practica. Es virtud que se aprendía cuando aún se heredaban de padres a hijos plomos, corchos y otras artes de pescar con caña. Un momento, por favor, espere para ser atendido. Ding, dang, dong. Nuestros operadores están ocupados, no cuelgue. La impaciencia nos prohibe sacarle vida a ese tiempo que se gasta mientras esperas.

Se nos escapa la vida esperando lo siguiente pero, por mucho que miras el reloj,  la vía que se pierde más allá del andén, la fecha marcada en el calendario, el teléfono mudo, la pantalla electrónica que marca los turnos de la charcutería, por mucho que desees que llegue el momento esperado, no consigues acelerar el desenlace. Los minutos se alargan horas cuando tu capricho, tu anhelo, tu apetito está ensimismado con lo próximo.

Los sueños generan deseo, el deseo ansiedad y la ansiedad construye miedos. Quizá el desencanto es producto de una espera demasiado imaginada. Quizá la felicidad te pilla por sorpresa en el momento en que dejas de esperarla. Quizá el secreto que desencadena una sonrisa es dejarse atrapar por lo inesperado.

 

 

Publicado en El diario vasco el Domingo 25 de Noviembre de 2018. ( Versión corregida y aumentada)

Foto.- La espera. Aeropuerto de Narita, Tokyo, 2014.

 

 

2 comentarios:

  1. Algunos necesitan páginas y páginas para aportar algo de luz sobre conceptos vitales como el miedo, los sueños, el deseo o la felicidad. A Viglione le bastan cuatro párrafos. Bravo!

    • guille dice:

      Como mucho, aspiro que me alumbre un poco a mí.
      Pero gracias, sr Monroy. Vale mucho este comentario viniendo de ti.

Responder a guille:

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