Cerradura
09.02.2014

 

Maniquíes

Una sociedad autoritaria y pacata es terreno abonado para que germine la imaginación. Para mí, el erotismo fue curiosidad, transgresión de la norma y clandestinidad. El desnudo estaba prohibido, en la tele o en la playa, y lo más parecido a ver unos pechos era contemplar una reproducción de La Maja Desnuda.

Aprendimos a desear antes de saber siquiera qué deseábamos. Leímos todo lo que encontramos  en las estanterías de casa. Nabokov, Vargas Llosa, los best seller de Harold Robbins. Hasta los testimonios del Informe Hite. Todo alimento era bueno para saciar el hambre.

Era nada lo que se permitía mostrar y la fotografía, el cine y la literatura burlaron la norma con metáforas y simbolismos. Blusas que se desabrochan botón a botón. Besos en el cuello. Miradas  seductoras. Juegos de luces y sombras. Aprendimos a amar a través de un erotismo sensual y sensible.

En aquel tiempo conocimos el sexo a través del ojo de la cerradura. Ahora, en cambio,  las puertas del dormitorio están abiertas de par en par. La pornografía es infinita y está a un click de distancia. En la era de Internet es difícil que un adolescente descubra algo por su propia experiencia.

El porno en la web es, hoy, consejero sexual y  modelo de conducta. Un sexo fácil, directo, vulgar, animal, sin alma, que sólo busca placer físico. Ejercicios gimnásticos realizados por machos superdotados y mujeres objeto que disfrutan desde un papel sumiso.

El erotismo era misterio, deseo y rebeldía. La pornografía de Internet banaliza las relaciones sexuales y distorsiona el sentido de las relaciones humanas.

Paradoja. En esto, el progreso nos ha vuelto más primitivos.

 

 

 

Publicado en El Diario Vasco el Domingo, 9 de febrero de 2014.

Foto.- Maniquíes, NY. 2002.

5 comentarios:

  1. iñaki dice:

    OK.L@s chic@s no distinguen la pornografía del erotismo.abrazo,

  2. Felipe dice:

    Acuérdate -hablando de cine y fotografía- de la ‘tórrida’ escena sexual que se produce entre la chica irlandesa (Sarah Miles) y el militar británico que plasmó David Lean en ‘La hija de Ryan’.
    Aquella música de Maurice Jarre mezclada con el movimiento de aquel bosque cuyos elementos -árboles, ramas, flores…- son bañados por el sol y mecidos por el viento con una suave cadencia que se va intensificando… Puro erotismo.
    Un sexo sencillo, natural, como la vida misma. Una delicia.
    Por suerte, hay donde elegir.
    Un abrazo

  3. Ibon dice:

    JAJAJA.Yo tambien soy de la generacion en que no veiamos desnuda ni siquiera a nuestras hermanas, y en cuanto veiamos alguna parte del cuerpo de una mujer desnudo, nos entraban ganas de matarnos a …….
    Pienso que se da demasiada importancia a la pornografia en internet.
    No creo que las nuevas generaciones sepan disfrutar mas ni menos en sus relaciones sexuales, que las anteriores generaciones en las que no habia internet y porno a mano.
    Por suerte nuetras sucesivas relaciones sexuales son las que nos enseñan como disfrutar de nuestros cuerpos , y no los protas de las peliculas pornograficas.
    Un abrazo

    • guille dice:

      A mi no me preocupa el porno en internet.

      Me preocupa que los chicos piensen que el sexo es eso.
      Que se agobien porque no aguantan 30 minutos.
      Que no tengan que hacer 23 posturas para creer que las relaciones son satisfactorias.
      Que traten a las mujeres como en esas películas.

      y, además, me fastidia que se haya perdido el sentido del erotismo…
      me parece mucho más excitante y hermoso.

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