Cara a Cara

16.11.2020

 

Vivo en una ciudad que limpian cada mañana.  El aire en el centro es puro y las aceras están pobladas de árboles. El transporte urbano es puntual y fluido y, cuando te mueves en coche, más de 3 minutos de espera se considera atasco. Mi ciudad es cómoda y amable. No se parece en nada a las inmensas urbes donde nació el comercio online.

Aquí, todo está a mano. Puedes dar un paseo mientras descubres pequeñas tiendas. Oler, ver, probar, tocar lo que compras y, también, conocer a quién le compras. Muchos comercios de mi ciudad aún no son de un fondo de inversión ni de una cadena de franquicias. Los dueños atienden por su nombre de pila, envuelven en papel de regalo y su sonrisa es más bonita que la que está impresa en los paquetes de amazon. Es cierto que, en los últimos años, muchas tiendas se han reemplazado por sucursales de grandes cadenas. Pero donde muchos ven un motivo de lamento yo encuentro una razón más para apoyar a las que resisten.

Leo que, hoy, un consumidor puede elegir en internet entre más de 1000 millones de productos. Suena apabullante, pero estas navidades yo sólo necesito comprar una docena de regalos. Saldré de tiendas, que da más ideas que cien algoritmos de google, y llevaré en la mano mi móvil, pero no para comprar. Cuando encuentre algo interesante le haré una foto y la añadiré a una lista.

Creo que 2021 será mejor que este año, no parece difícil, pero muchos comercios familiares se juegan la supervivencia en las próximas semanas. En este mes se concentra entre un 20 y un 50 por ciento de las ventas anuales de las tiendas pequeñas. Hace tiempo que no pido nada en especial para Navidad pero este año haré una excepción. Sólo quiero recibir regalos comprados en comercios locales.

Los escaparates alumbran mi calle mucho más que una pantalla. Que no se apaguen.

 

 

Publicado en El diario vasco el Domingo 15 de Noviembre de 2020.

Foto.- Se vende. Comercio cerrado en el barrio de Egia. San Sebastián. 2017